IGLESIA DE SANTA MARÍA DEL SALVADOR

Aunque en la actualidad presente un interior barroco, con yeserías superpuestas, sus comienzos se encuentran en los primeros años del siglo XIV, si bien las sucesivas reformas que ha sufrido, la han convertido en una amalgama de estilos, desde el gótico-mudéjar, hasta el neoclasicismo dieciochesco.


La primitiva construcción mudéjar, oculta a día de hoy por las bóvedas barrocas, poseía artesonado mudéjar de par y nudillo en la nave central, lujosamente ornamentado con polígonos octogonales estrellados en los nudos extremos y central de cada par de tirantes. El conjunto se completaba con una torre de ladrillo de forma octogonal, decorada con tracerías y capillas mudéjares con arcos de herradura en los muros, posiblemente aprovechada de alguna construcción anterior, y un claustro irregular adosado, de construcción muy sencilla, a base de mampostería y tapial, con arcos apuntados de sillería.


Hacia 1446, el Marqués de Villena, D. Juan Pacheco, interviene en las obras que afectan al edificio, completando el artesonado mudéjar de las naves laterales con ornamentación similar al de la nave central, pero añadiendo cuatro motivos heráldicos en los tirantes: el suyo propio, que ya colocara en los torreones del castillo, el del Obispo de Cartagena, el de Castilla y el de León.


Concluyendo esta centuria, rondando ya casi el siglo XVI, se produce la primera ampliación del edificio. Se añade el cuarto tramo, cubierto con tres bóvedas de crucería, en cuyas claves aparecen el escudo de Castilla y León, al lado del Evangelio, la Natividad de Nuestro Señor, en el centro, y un Calvario, con Cristo Crucificado, San Juan y la Santísima Virgen, al lado de la Epístola. Completaron la ampliación un cimborrio gótico, que caería en reformas posteriores, y la portada principal, por la actualmente se accede al templo.


Dicha portada está presidida por la imagen titular, Santa María del Salvador, en el parteluz, flanqueada por San Pedro, a su izquierda, y San Pablo, a su derecha. Del Calvario que antiguamente estaba colocado en el tímpano, queda todavía la imagen del Cristo Crucificado, en el centro, y el arranque de los pies de otros personajes (posiblemente, la Virgen y San Juan), junto a una calavera. A los lados del Cristo, aparecen dos ménsulas, que soportaban dos conjuntos escultóricos: Jesús camino del Calvario y la Virgen de la Quinta Angustia, expuestos actualmente dentro de la Iglesia.


Es también en esta época cuando se recubre todo el cuerpo de la torre mudéjar de ladrillo con grandes sillares, a fin de darle estabilidad y poder colocar en la parte superior las campanas.


A punto de mediar el siglo XVI, se lleva a cabo una de las obras más significativas de las que afectarían al edificio. En el año 1536, se decide derribar el templo gótico, para levantar uno nuevo más esbelto y grandioso, éste en estilo renacentista. En 1537 se demuele el primitivo cimborrio gótico, y comienza, a las órdenes de Jerónimo Quijano, la construcción de una cabecera, de planta rectangular, acabada con una gran concha y una imponente cúpula ovalada, obra del maestro francés Esteban Jamete. El ábside, que en palabras de Chueca-Goitia, es la “obra más representativa del plateresco albaceteño”, estuvo acabado en 1541. Pero cuando se iba a continuar con la demolición del resto del edificio, se observaron deficiencias en la construcción de la cúpula, cuya estructura no era estable, de forma que se añadieron cuatro arbotantes exteriores, con una función estructural más que ornamental, y se cegaron los tres arcos que habrían dado acceso al resto de la construcción, convertidos en la actualidad en tres ventanales de piedra de ónice.


El exterior del ábside, ricamente ornamentado, aparece dividido en cinco paños, presididos por los bustos de Sansón, Judit, Gedeón, Ester y Josué, y rematado por una balaustrada en la que se encuentran las imágenes de San Pedro, San Pablo, Santiago, San Juan Bautista, San Bartolomé y San Andrés.


En 1717 se realiza la Santa Visita Apostólica. El cardenal Belluga ordena recubrir todo el edificio con yeserías al gusto barroco, para darle uniformidad. Dichas obras se llevaron a cabo entre los años 1729 y 1730, a las órdenes del Maestro Fray Antonio de San José, de San Jerónimo de La Ñora. Por tanto, el aspecto actual del edificio no es sino una máscara, que tal y como se puede comprobar en algunas catas realizadas, está ocultando la primitiva estructura ojival del edificio. Los restos del artesonado de las naves laterales, desmontado, se exponen actualmente en los muros interiores del templo.


Poco tiempo después, se tiraría el cuerpo de campanas gótico de la torre, y se construiría el que actualmente posee, aumentando el número de puestos a ocho.


Las últimas modificaciones en la fábrica del edificio se llevan a cabo en los años de 1789 y siguientes, en que el arquitecto Lorenzo Alonso proyecta una fachada neoclásica, que afortunadamente, nunca se llevó a cabo, ya que habría destruido la portada gótica de acceso, y se edifica la Capilla de la Comunión. Finalmente, en 1793, se demuele parte del claustro para construir, adosada a la Iglesia, la vivienda del Sacristán. Los restos del claustro han sido habilitados por la Parroquia, y en la actualidad, se utiliza este recinto como sacristía, al estar ubicado el Museo Parroquial en lo que fuera la antigua.

 

Manuel Alcázar Ortega. Iglesia Arciprestal Santa María del Salvador. D.L.: AB-168-2001

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