IGLESIA DEL CONVENTO DE SANTA ANA

Ubicado en la Placeta de las Monjas, data al parecer de los siglos XVI y XVIII. Siendo el estilo relevante, el neoclásico. El conjunto está en un alto de la ciudad y circundado todo el complejo conventual por un muro, que encerraba la iglesia, convento, dependencias, huerto y cementerio o cripta; recinto éste que se abría a la ciudad en su parte norte por la calle del “Gran Turco” donde actualmente se encuentra un escudo abacial. Las actuales casas que adosadas aún se encuentran a la cabecera de la iglesia, mantienen una cierta estructura que podrían recordar aquellas dependencias. Situada sobre una vieja mezquita de moros, habilitada para el culto a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, perteneciente al Obispado de Cartagena; tras la construcción de la Iglesia de San Salvador (San Julián actual), fue abandonada y dejada en un papel secundario de ermita, bajo la advocación de Santa Catalina, poseía una torre hecha y labrada a la morisca, durante toda la Edad Media, hasta finales del siglo XV, que fue ampliada y reformada para la fundación del convento de dominicas de Santa Ana en tiempos de los Reyes Católicos. Al igual que en San Salvador la población se concentró en sus alrededores por su situación estratégica. La Iglesia, de pequeñas dimensiones, posee pinturas murales en el camarín, del siglo XVIII, con representaciones de los frailes Pedro de Verona y Vicente Ferrer.

 

El exterior presenta un muro con cornisa volada y contrafuertes, un arco rebajado de acceso a la Ermita. El interior de la iglesia presenta una sola nave cubierta con bóveda de cañón y lunetos, dividida en cinco tramos, con pilastras adosadas y entablamento corrido que conduce a una cabecera plana y ábside abovedado, decorado con pinturas murales. A los pies existe también un muro plano y encima del entablamento corrido, a ambos lados, existen tres arcadas superpuestas ciegas; conservándose un camarín con pinturas al fresco de carácter popular y religioso, seguida esta estancia por el refectorio de dicho convento. Posteriormente, convertido en monasterio, vinieron las Madres Magdalena de Pallarés e Isabel de Mexia, religiosas del Convento de Jaén, para su fundación. Habilidades de estas religiosas eran los dulces como los Huevos rollados y las Bellotas llamadas de monja, pastas ambas de mazapán, exquisitas y apreciadas en todo el país, incluida la Corte. Es suprimido este convento con la llegada de la desamortización en julio de 1837.

 

 

BALLESTEROS CAMPOS, Plácida V. /MOLINA CANTOS, Joaquín: “Chinchilla de Montearagón Turística, España 2006”. Nª Regtº. Propiedad Intelectual AB-728-2005. 

 

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